Atahualpa Yupanqui


(Argentina,1908 – Francia, 23 de mayo de 1992)

El que vino de lejanas tierras a decir... a contar

El más grande creador popular de la Argentina nació, pocos lo saben, en el Campo de la Cruz, en José de la Peña, Partido de Pergamino en el norte de la provincia de Buenos Aires. Su verdadero nombre era Héctor Roberto Chavero.
De padres criollos, a los seis años empezó a estudiar violín e inmediatamente guitarra. Sin embargo, no fueron los estudios musicales que realizó los que le permitieron descubrir los sonidos que le dieron fama mundial, sino el paisaje, la tierra misma, el cielo y los hombres de su patria. Decía Yupanqui: “Los días de mi infancia transcurrieron de asombro en asombro, de revelación en revelación. Nací en un medio rural y crecí frente a un horizonte de balidos y relinchos”.
Un mundo de misterios -los misterios de la tierra- que señalarían desde su infancia el mensaje que habría de proyectar al mundo entero durante toda su vida.
La guitarra, compañera eterna, “se hizo presente en mi vida -dice Yupanqui- desde las primeras horas de mi nacimiento. Con guitarra alcanzaba el sueño...". Sus padres y tíos tocaban conformando el marco sonoro que lo acompañaría toda su vida. Porque además de aquellos a los que estaba unido por el extraño vínculo de la sangre, estaban los otros... los que la vida colocaba en el recién nacido camino de Yupanqui. Los que se reunían en torno a un fogón amistoso con un canto concentrado, serio, que tenía una magia especial para Yupanqui y que le ofrecían un mundo recóndito, milagroso, extraño. Para Atahualpa, esos hombres eran, por obra de la música, como príncipes de un continente en el que sólo él penetraba como invitado o descubridor privilegiado. Ellos fueron en verdad sus maestros. Después, en Tucumán aprendió que el hombre canta lo que la tierra le dicta. Que el cantor no elabora... solamente traduce.
Desde los 13 años, para firmar algunas incipientes colaboraciones literarias en el periódico escolar, Roberto comenzó a utilizar el nombre Atahualpa en homenaje al último soberano Inca. Años después le agregó el Yupanqui que llevaría toda su vida. La traducción de estos nombres, unidos, serviría luego para significar de manera inmejorable el destino de aquel niño: Ata significa venir; Hu, de lejos y Allpa, tierra. Yupanqui, decir, contar. Así, podemos deducir que con ellos se expresa El que vino de lejanas tierras a decir... a contar.

DE TANTO DIR Y VENIR
Canción
(Atahualpa Yupanqui - Pablo del Cerro)

De tanto dir y venir
abrí mi huella en el campo.
Para el que después anduvo
ya fue camino liviano.

En infinitos andares
fui la gramilla pisando.
Raspé mí poncho en los talas.
Me hirieron pinchos de cardo.

Las huellas no se hacen solas
ni con sólo el ir pisando.
Hay que rondar madrugadas
maduras en sueño y llanto.

Viento de injustas arenas
fueron mi huella tapando.
Lo que antes fue clara senda
se enyenó de espina y barro.

Parece que no hubo nada
si se mira sin mirarlo.
Todo es malezal confuso,
pero mi huella está abajo.

Desparejo es el camino.
Hoy ando senderos ásperos.
Piso la espina que hiere,
pero mi huella está abajo,

Tal vez un día la limpien
los que sueñan caminando.
Yo les daré, desde lejos
mi corazón de regalo.


EL ARBOL QUE TU OLVIDASTE
Canción
(Atahualpa Yupanqui)

El árbol que tú olvidaste siempre se acuerda de ti,
y le pregunta a la noche
si serás o no feliz.

El arroyo me ha contado
que el árbol suele decir:
quien se aleja junta quejas
en vez de quedarse aquí.

Al que se va par el mundo
suele sucederle así.
Que el corazón va con uno
y uno tiene que sufrir,
y el árbol que tú olvidaste
siempre se acuerda de ti.

Arbolito de mi tierra
yo te quisiera decir
que lo que a muchos les pasa
también me ha pasado a mi.

No quiero que me lo digan
pero lo tengo que oír:
quien se aleja junta quejas
en vez de quedarse aquí.


EL PAMPINO
(A. Yupanqui)

La pampa mata de abajo
el sol castiga de arriba
y entre sol, pampa y salitre
se gana el pobre la vida.

Pampino de mano fuerte
siempre toreando al destino.
Hombre que baja la frente
nada tiene de pampino...

Me muestro desnudo al viento
para que aprienda de mí.
Me han dicho que el viento llora
y a mi me gusta reír...

Pampino de mano fuerte
siempre toreando al destino.
Hombre que baja la frente
nada tiene de pampino...

El salitre se va lejos,
lo va llevando un vapor...
y el pampino queda solo
entre la pampa y el sol...

La pampa mata de abajo,
el sol castiga de arriba
y entre sol, pampa y salitre
se gana el pobre la vida...


GUITARRA DE POBRE
Zamba
(Atahualpa Yupanqui - Pablo del Cerro)

La zamba, para ser zamba
es pañuelo y es adiós.
Y es zamba de luna y rancho
si la baila el corazón.

Si yo tuviera un amor,
ay, qué zamba cantaría,
con magia de medianoche
con lujos de mediodía.

Desde la hondura del monte
el bombo llamando está.
Y el corazón padeciendo...
Y el canto se va, y se va.

Para cantar lo que siento
yo no preciso la voz.
Me escondo guitarra adentro
y allí converso con Dios.
Apenitas si es guitarra
La guitarrita del pobre,
buscando coplas de plata,
hallando coplas de cobre.

Desde la hondura del monte
el bombo llamando está.
Y el corazón padeciendo...
Y el canto se va, y se va


HUELLA TRISTE
Milonga
(Atahualpa Yupanqui)

Que yo les cuente mis penas
me piden de tarde en tarde.
Si en ellas está mi fuerza
déjenme que me las calle.

Voy anclando por el mundo
Camino de cualquier parte.
Llena de piedras la senda,
lleno de sueños el aire.

La vida es un lazo largo
estira'o sobre la tierra.
En una punta una dicha,
y en la otra punta una pena

Así va mi corazón
lleno de sueños y ausencias,
sin encontrar su querencia
perdido en la cerrazón.

No se ve la Cruz del Sur
en las noches de tormenta.
Hay que mirar dentro de uno
para encontrarla a la huella.

Cuando me cansa el camino
me pongo a mirar p'adentro
como quien arrima leñas
al fogón de unos recuerdos.

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